Cuando muere un Papa, Roma se transforma. La ciudad eterna, cuna de la cristiandad y corazón espiritual del catolicismo, entra en una suerte de trance colectivo donde fe, diplomacia y economía se entrelazan. Las campanas de San Pedro doblan, y millones de peregrinos, periodistas y curiosos acuden en masa. Esta confluencia de multitudes no sólo altera el ritmo urbano y diplomático del Vaticano, también deja una huella económica intensa y temporal.
En abril de 2025, tras el reciente fallecimiento del Papa Francisco, Roma volvió a vivir este fenómeno. La sede vacante, ese espacio simbólicamente vacío entre la muerte del pontífice y la elección de su sucesor, se convirtió una vez más en catalizador de una explosión turística que impulsó al sector servicios como pocas veces al año.
A continuación, un análisis a fondo de este fenómeno cíclico, basado en cifras oficiales, informes de turismo y precedentes históricos.
Francisco, el Papa del Sur y su adiós global
Desde su elección en 2013, Jorge Mario Bergoglio fue una figura que rompió moldes: el primer Papa latinoamericano, jesuita, humilde y cercano. Su fallecimiento el 21 de abril de 2025 no solo movilizó a la curia vaticana, también provocó una afluencia sin precedentes de peregrinos latinoamericanos y devotos globales que lo admiraban por su compromiso social y pastoral.
Según cifras del Gobierno italiano y del Vaticano, más de 4,3 millones de personas llegaron a Roma en los seis días posteriores a su muerte. En su punto más alto, el 26 de abril, más de 1,2 millones de personas colmaron las inmediaciones de la Plaza de San Pedro para rendir homenaje. Las imágenes de peregrinos acampando en parques públicos y filas de hasta 14 horas para ingresar a la Basílica evocaron los días del funeral de Juan Pablo II en 2005.
Turismo religioso: una mina de oro temporal
Los sectores más beneficiados fueron, como en ocasiones anteriores, la hotelería, los restaurantes, el comercio minorista y el transporte. Hosteltur y la Cámara de Comercio de Roma reportaron los siguientes datos:

La Asociación Italiana de Agencias de Viajes (FIAVET) reportó que el 74% de los vuelos internacionales a Roma estuvieron ligados a paquetes turísticos con motivación religiosa entre el 21 y el 26 de abril. Las líneas ferroviarias añadieron trenes extraordinarios desde Milán, Florencia y Nápoles para abastecer la demanda.
Comparativa histórica: ¿el mayor impacto hasta ahora?
Para dimensionar el fenómeno actual, es útil contrastarlo con otros momentos clave:

Lo que distingue al fallecimiento de Francisco es la combinación de alcance global, conectividad digital y recuperación postpandemia. Plataformas como Booking, Expedia y Atrápalo reportaron aumentos de más del 150% en reservas a Roma en cuestión de horas. TikTok, Instagram y X (Twitter) mostraron más de 900 millones de visualizaciones en contenidos etiquetados con #PapaFrancisco y #SedeVacante.
El otro lado de la moneda: caos logístico y tensión institucional
A pesar de los beneficios, no todo fue positivo. Los residentes de barrios aledaños al Vaticano denunciaron colapsos viales, alzas de precios y saturación en el transporte público. Algunos hoteles aplicaron tarifas abusivas, y se reportaron alojamientos ilegales operando sin licencia.
Por su parte, las autoridades locales destinaron €8 millones adicionales para medidas de seguridad, logística y limpieza urbana. Aunque Roma está acostumbrada a grandes eventos religiosos, la intensidad de la semana del funeral demostró que aún hay retos en infraestructura turística y regulación del mercado informal.
¿Qué sigue? El turismo como herencia del pontífice
Con el Cónclave convocado para el 7 de mayo, se espera otra oleada de visitantes. Los días previos a la elección del nuevo Papa también generan interés turístico significativo, aunque menor que los funerales. Los tours guiados por los Museos Vaticanos, las grutas papales y las iglesias emblemáticas de Roma ya reportan ocupaciones del 98%.
Especialistas del Observatorio de Turismo Religioso advierten que los ingresos ligados a estas transiciones papales, aunque notables, son siempre temporales. De hecho, en todos los casos anteriores, la actividad regresa a niveles normales en un lapso de dos a tres semanas.
La fe también mueve la economía
La muerte de un Papa no solo conmueve al mundo espiritual, también altera el flujo económico de una de las ciudades más visitadas del planeta. Roma vive en esos días una mezcla de recogimiento y prosperidad, donde los hoteles se llenan, las calles vibran y los comercios celebran.
El fallecimiento de Francisco, figura querida y de alcance continental, ha sido el episodio de mayor impacto turístico en la historia moderna del Vaticano. Pero como en todo fenómeno cíclico, este impulso tendrá un final.
Roma se alista para volver a la calma. La Plaza de San Pedro se vaciará de cámaras, el incienso se disipará en el aire, y una nueva figura blanca saldrá al balcón para recibir el mundo. Y con él, comenzará otra etapa —espiritual, social y, por supuesto, económica— para la ciudad eterna.